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Fred R. Coulter

Ministro

Carta de Julio y Agosto

 

 

Julio 20, 2016

 

Queridos hermanos,

 

          Mientras vemos los eventos del mundo hoy en día, necesitamos comprender que ellos están en realidad descritos en el Salmo capítulo 2, el cual es una profecía dada hace casi 3,000 años del regreso de Jesucristo como Rey del mundo: “¿Por qué las naciones se enfurecen y los pueblos conspiran en vano? Los reyes de la tierra se colocan a sí mismos, y los gobernadores [la elite del mundo y su Nuevo Orden Mundial por venir (Apocalipsis 12; 17)] toman consejo juntamente contra el SEÑOR y contra Su Cristo, diciendo, “Rompamos Sus bandas en pedazos y desechemos Sus cuerdas de nosotros [deshacernos del conocimiento de Dios].”

          “Quien se sienta en los cielos se ríe; el SEÑOR se burla de ellos. Entonces Él les hablará en Su ira, y en Su furia los aterrorizará [Apocalipsis 16]. “Sí, He colocado a Mi Rey [Jesús, a Su venida (Zacarías 14; Apocalipsis 11)] sobre Mi montaña santa de Zion [para tomar control del gobierno del mundo].” “Declararé el decreto del SEÑOR. Él Me ha dicho, ‘Tú eres Mi Hijo; en este día Te he engendrado. Pídeme, y daré [Dios el Padre] las naciones por Tu herencia, y las partes más lejanas de la tierra por Tu posesión. Las romperás con una barra de hierro; las romperás en piezas como una vasija de alfarero.’ ” ” (Salmo 2:1-9).

          Lo que encontramos en este Salmo es un resumen de la primera y segunda venida de Jesús—el Mesías y futuro Rey del mundo. A través de la historia los hombres han estudiado y preguntado acerca de estos pasajes. En verdad, la segunda venida de Jesús ha permanecido en gran parte un misterio. Como resultado, toda proclamación de Su inminente regreso ha estado equivocada. ¿Por qué? La respuesta simple es: Mientras hay miles de pasajes que tratan de la primera y segunda venidas de Jesús, ellos no han sido entendidos correctamente. Más aun, la Biblia nos dice que muchos pasajes no pueden ser entendidos sino hasta que estemos cerca del regreso de Jesús.

          El profeta Daniel predijo muchos eventos del tiempo del fin. Sin embargo, cuando él quiso saber más acerca de esos eventos, le fue dicho que tal conocimiento no era para su tiempo: “Y él [el angel] dijo, “Sigue tu camino, Daniel, porque las palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán purificados, y emblanquecidos, y refinados. Pero el malvado hará malvadamente; y ninguno de los malvados entenderá, pero el sabio entenderá.” (Daniel 12:9-10). Además, hay ciertas cosas que Dios el Padre se ha reservado para Sí mismo (Mateo 24:36; Marcos 13:32).

          Sin embargo, Jesús reveló muchas cosas a Sus apóstoles, las cuales están escritas en los registros de los Evangelios. En el 30 d.C, mientras estaba en el Monte de los Olivos a menos de una semana de Su crucifixión, Jesús le dio a Sus discípulos—primariamente Pedro, Santiago, Juan y Andrés (Marcos 13:3)—una secuencia de profecías sobre el tiempo del fin y Su segunda venida. Jesús comenzó con la destrucción del Templo y la ciudad de Jerusalén: “Y después de salir, Jesús partió del templo; y Sus discípulos vinieron a Él para señalar los edificios del templo. Pero Jesús les dijo: “¿No ven todas estas cosas? Verdaderamente les digo, no quedará aquí ni siquiera piedra sobre piedra que no sea tirada abajo” ” (Mateo 24:1-2). Esto pasó literalmente 40 años después, en el 70 d.C. Sin embargo, el esparcimiento final de cada piedra ocurrió después de la Revolución Bar Kokhba—la revuelta judía final en contra de Roma en el 135 d.C. Así, la profecía de Jesús sucedió totalmente.

          Continuando: “Y mientras Él se estaba sentando en el Monte de los Olivos, Sus discípulos vinieron a Él solo, diciendo, “Dinos, [1] ¿Cuándo serán estas cosas? Y [2] ¿Cuál será la señal de Tu venida, y [3] de la terminación de la era?” ” (verso 2). Jesús respondió al dar una serie de profecías, algunas de las cuales están siendo cumplidas a través del tiempo—desde el primer siglo hasta la finalización de la era y el establecimiento del Reino de Dios. Más aun, algunas de las profecías de Jesús tienen cumplimientos duales, múltiples e incluso cíclicos. Por ejemplo:

          “Entonces Jesús respondió y les dijo, “Estén en guardia, para que nadie los engañe. Porque muchos vendrán en Mi nombre, diciendo, ‘Yo soy el Cristo’; y engañarán a muchos. Y oirán de guerras y rumores de guerras. Miren que no dejen que estas cosas los perturben. Porque es necesario que todas estas cosas tengan lugar, pero el fin no es aún. Porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino; y habrá hambres y pestilencias y terremotos en diferentes lugares. Ahora, todas estas cosas son el comienzo de dolores.

          “Entonces los entregarán a aflicción, y los matarán; y serán odiados por todas las naciones por amor a Mi nombre. Y entonces muchos serán dirigidos al pecado, y se traicionarán unos a otros, y se odiarán unos a otros; y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y porque la ilegalidad será multiplicada, el amor de muchos se enfriará. Pero el que perdure hasta el fin [el final de la vida, morir en la fe, o aquellos que estén vivos cuando Jesús regrese], ese será salvo” (Mateo 24:4-13).

          Las profecías de Jesús en los versos 2-13 fueron cumplidas literalmente, incluyendo la destrucción del Templo y Jerusalén. Sin embargo, Jesús no regresó en el 70 d.C como muchos habían esperado, a pesar del hecho de que ellos en realidad habían sido testigos de estas profecías siendo cumplidas. Como resultado, muchos creyentes llegaron a estar desilusionados. Habían visto estas profecías especificas desenvolverse delante de sus ojos—sin embargo Jesús no regresó.

          Consecuentemente, algunos dejaron la Iglesia y volvieron al mundo, aunque tal vez la mayoría permaneció fiel. Antes de la destrucción de Jerusalén, un número de hermanos de Judea se habían reubicado en Pella, cruzando el Rio Jordán. Años después, se movieron a Asia menor, al área de las “siete iglesias” de Apocalipsis 2-3. En verdad, miles de hermanos aún estaban viviendo tan tarde como en el 100 d.C. De hecho, el apóstol Juan murió en Éfeso entre el 98 y el 100 d.C—después de escribir el libro de Apocalipsis.

          Durante aquel periodo de 30 años desde el 70 al 100 d.C, parece que muchos hermanos permanecieron fieles por la mera presencia de Juan. La idea equivocada se había mantenido en la iglesia de que Juan no moriría, sino viviría para ver el regreso de Jesús. Esta idea estuvo basada en una conversación mal entendida entre Jesús y Pedro. Juan mismo escribe de eso.

          Después que Jesús había retado a Pedro a amarlo y alimentar el rebaño, Él le dio a Pedro un vislumbre de su propia muerte. Esto alertó a Pedro a preguntar qué le pasaría a Juan. “Viéndolo [a Juan], Pedro dijo a Jesús, “Señor, ¿qué le pasará a este?” ” (Juan 21:21). En otras palabras, Pedro, después de habérsele dicho de su propia muerte, estaba preguntando como moriría Juan.

          Esta fue la respuesta de Jesús que ha sido mal interpretada: “Jesús le dijo [a Pedro], “Si Yo deseo que él [Juan] permanezca vivo hasta que venga, ¿qué a ti? Tú sígueme.” Entonces este dicho salió entre los hermanos, que aquel discípulo [Juan] no moriría. Sin embargo, Jesús no le dijo que él no moriría; sino, “Si Yo deseo que él permanezca vivo hasta que venga, ¿qué a ti?” ” (versos 22-23).

          Por tanto, cuando Juan murió y Jesús no había regresado, la desilusión causada por este mal entendido hizo que muchos dejaran la Iglesia. Su partida solo impulsó la apostasía que comenzó en serio alrededor del final del siglo. Es razonable asumir que los líderes del consiguiente falso “cristianismo” reclamaron que las profecías de Jesús eran falsas—porque Él no había regresado. Para algunos, este reclamo pareció ser cierto, a pesar del hecho de que Jesús dijo, “El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras nunca pasarán” (Mateo 24:35).

          Unas pocas décadas después de la muerte de los apóstoles, aquellos cristianos quienes continuaron en las enseñanzas verdaderas de Cristo comenzaron a salir de las congregaciones. Pronto, una marca totalmente diferente de “cristianismo” se levantó. Jesse Lyman Hurlbut escribe:

          “Nosotros llamamos la última generación del primer siglo, del 68 al 100 d.C, ‘La era de las Sombras,’ parcialmente porque la penumbra de la persecución estaba sobre la iglesia; pero más especialmente porque de todos los periodos en la historia este es el único del cual sabemos menos. No tenemos más la luz clara del libro de Hechos para guiarnos; y ningún autor de aquella época ha llenado el blanco en la historia. Nos gustaría leer del trabajo posterior de ayudantes de Pablo como Timoteo, Apolos y Tito, pero todos estos y otros amigos de Pablo salieron del registro a su muerte. Durante 50 años después de la vida de Pablo, una cortina cuelga sobre la iglesia, a través de la cual nos esforzamos vanamente en mirar; y cuando al final esta se levanta, alrededor del 120 d.C con los escritos de los primeros padres de la iglesia, encontramos una iglesia en muchos aspectos muy diferente de aquella en los días de Pedro y Pablo” (La historia de la Iglesia Cristiana, p. 41).

          Concerniente a aquellos que llegaron a estar desilusionados, ¿qué fallaron ellos en Mateo 24 que causó que dejaran la Iglesia y siguieran a los líderes apostatas? Pasaron por alto ciertos versos cruciales que les habrían mostrado que el regreso de Jesús no iba a ocurrir en el tiempo de ellos. Por ejemplo: “Ahora, aprendan esta parábola de la higuera: Cuando sus ramas ya se han hecho tiernas, y brotan sus hojas, ustedes saben que el verano está cerca. En la misma manera también, cuando vean todas estas cosas, sepan que está cerca, incluso a las puertas. Verdaderamente les digo, ésta generación no pasará en ninguna manera hasta que todas estas cosas hayan tenido lugar. El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras nunca pasarán” (Mateo 24:32-35).

          En los días previos a la destrucción del Templo y la ciudad de Jerusalén en el 70 d.C, muchos de los eventos profetizados que Jesús describió estaban claramente teniendo lugar. Sin embargo, hubo un evento mayor que no tuvo lugar. Así, la generación del 70 d.C no era la generación del tiempo del fin, porque la generación final debía atestiguar “todas estas cosas”—sin nada dejado. Jesús no iba a regresar en el 70 d.C—lo cual significaba que no  todo evento profetizado había ocurrido en aquel tiempo. En verdad, mientras muchos eventos profetizados sí pasaron—como la destrucción de Jerusalén y el Templo—algunos eventos serían reservados para el verdadero tiempo del fin.

          ¿Cual fue el único evento que no ocurrió? Es realmente bastante obvio—sin embargo ¿por qué tantos eruditos y teólogos no lo entendieron? ¿Qué evento faltó que había sido incluido en “todas estas cosas”?

          ¡La respuesta está justo aquí en Mateo 24!

          Continuemos con las profecías de Jesús de Mateo 24. Él dice, “Por tanto, cuando vean la abominación desoladora, la cual fue hablada por Daniel el profeta, de pie en el lugar santo Porque entonces habrá gran tribulación, tal como no la ha habido desde el principio del mundo hasta este tiempo, ni la habrá nuevamente” (versos 15, 21).

          Como veremos, nunca en ningún momento durante la siega de 3 años en contra del Templo y Jerusalén en el 68-70 d.C, la “abominación desoladora” se paró en el lugar santo en el Templo. ¿Como sabemos? ¿Como podemos estar seguros? El apóstol Pablo describió este evento profetizado en gran detalle en II Tesalonicenses capítulo 2, el cual él escribió en el 51 d.C—19 años antes de la destrucción del Templo y Jerusalén.

          El hombre de pecado, el hijo de perdición: Si la “abominación desoladora” hubiera ocurrido en realidad en el 70 d.C, Jesús habría regresado en aquel tiempo. Note como Pablo describe este evento, el cual esta aun por venir: “Ahora, les suplicamos, hermanos, concerniente a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con Él, [en la primera resurrección] que no sean prontamente sacudidas sus mentes, ni estén angustiados—ni por espíritu, ni por palabra, ni por epístola, como si fuera nuestra, diciendo que el día de Cristo está presente. No permitan que ninguno los engañe por ningún medio porque ese día no vendrá a menos que la apostasía venga primero, y el hombre de pecado sea revelado—el hijo de perdición, aquel que se opone y exalta a sí mismo sobre todo lo que es llamado Dios, o que es un objeto de adoración; así que entra al templo de Dios [tiene que pararse antes de sentarse] y se sienta como Dios, proclamando que él mismo es Dios.         “¿No recuerdan que cuando aún estaba con ustedes, les dije estas cosas? Y ahora entienden qué lo está reteniendo para ser revelado en su propio tiempo establecido.  Porque el misterio de ilegalidad ya está trabajando; solamente que hay uno Quien lo está restringiendo al tiempo presente hasta que surja de en medio.  

          “Y entonces el ilegal será revelado (a quien el Señor consumirá con el aliento de Su boca, y destruirá con el brillo de Su venida [el regreso de Jesús]); aquel cuya venida está de acuerdo al trabajo interno de Satanás, con todo poder y señales y maravillas mentirosas, y con todo engaño de injusticia en aquellos que están pereciendo porque no recibieron el amor de la verdad, para que pudieran ser salvos.

          “Y por esta razón, Dios enviará sobre ellos un engaño poderoso que les hará creer la mentira, para que puedan ser juzgados todos los que no creyeron la verdad, sino se complacieron en la injusticia.” (II Tesalonicenses 2:1-12).

          Algunas cosas son importantes de comprender:

            1) No hay ningún registro que este evento profetizado concerniente al “hombre de pecado,” el “hijo de perdición,” haya ocurrido alguna vez—¡punto!

          2) “El día del Señor”—el regreso de Jesús—no ha tenido lugar aún.

          3) Cuando la “abominación desoladora” tenga lugar, entonces comienza la “gran tribulación.” Mientras hubo guerra y tribulación durante la siega de Jerusalén y la destrucción del Templo, eso no fue la “gran tribulación” porque las profecías concernientes al “hombre de pecado” nunca pasaron en el 70 d.C, y Jesús aún debe regresar, simplemente no es posible que la “abominación desoladora” tuviera lugar en aquel tiempo. Recuerde, las profecías de Jesús de Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21 deben tener lugar simultáneamente y en secuencia sobre una generación final del tiempo del fin.

          Dos pistas más que desbloquean la Verdad: En Apocalipsis 11, Juan escribe que antes que los “dos testigos” pudieran aparecer en Jerusalén, él debía “medir el Templo.” “Luego el ángel me dio una vara de medida como un bastón, diciendo, “Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y aquellos que adoran en el. Pero deja fuera el patio que está dentro del área del templo, y no lo midas porque ha sido dado a los gentiles; y ellos pisotearán la ciudad santa cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 11:1-2).

          Deberíamos notar algunas cosas. Primero, en el tiempo en que Juan estuvo escribiendo el libro de Apocalipsis, aproximadamente en el 98 d.C, el Templo ya había estado destruido por 28 años. Segundo, el ministerio de los “dos testigos” dura 1,260 días—tres años y medio—en Jerusalén. Luego son finalmente asesinados. Tercero, después de estar muertos por tres días y medio, son resucitados. Son los primeros resucitados para comenzar la primera resurrección:

          “Y cuando hayan completado su testimonio, la bestia que asciende del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará. Y sus cuerpos estarán echados en la calle de la gran ciudad, la cual espiritualmente es llamada Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.

          “Entonces aquellos de los pueblos y tribus e idiomas y naciones verán sus cuerpos tres días y medio, porque no permitirán que sus cuerpos sean puestos en tumbas. Y aquellos que viven en la tierra se alegrarán sobre ellos, y harán fiesta, y se enviarán regalos el uno al otro, porque estos dos profetas habían atormentado a aquellos que viven en la tierra.”

          “Entonces después de los tres días y medio, el espíritu de vida de Dios entró en ellos y se pararon sobre sus pies; y gran temor cayó sobre aquellos que estaban mirándolos. Y ellos escucharon una gran voz desde el cielo, decir, “¡Vengan acá arriba!” Y ascendieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron subir” (Apocalipsis 11:7-12).

          “Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta; y hubo grandes voces en el cielo diciendo, “Los reinos de este mundo han llegado a ser los reinos de nuestro Señor y Su Cristo, y Él reinará en los siglos de eternidad.” Y los veinticuatro ancianos, quienes se sientan delante de Dios sobre sus tronos, cayeron sobre sus caras y adoraron a Dios, diciendo, “Te damos gracias, Oh Señor Dios Todopoderoso, Quien es, y Quien era, y Quien debe venir; porque has tomado para Ti mismo Tu gran poder, y has reinado. Porque las naciones estaban furiosas, y Tu ira ha venido, y el tiempo de los muertos para ser juzgados, y dar la recompensa a Tus siervos los profetas, y a los santos, y a todos aquellos que temen Tu nombre, los pequeños y los grandes; y para destruir a aquellos que destruyen la tierra”” (versos 15-18).

          Pista uno: Esta visión de Apocalipsis 11 nos dice que debe haber un templo en Jerusalén en el tiempo del fin—porque a Juan se le dijo medirlo. Sin embargo, cuando Juan escribió Apocalipsis, el Templo ya había sido destruido y el área había estado desolada por 28 años. Juan sabía de la profecía de Pablo del “hombre de pecado” en II Tesalonicenses, la cual claramente mostraba que habría un templo en el tiempo del fin. Esto indudablemente desconcertó a Juan, ya que él no pudo haberse dado cuenta de que otro templo sería construido 2,000 años después en el futuro.

          Pista dos: Mientras Juan y los otros apóstoles estaban haciendo sus ediciones finales del Nuevo Testamento bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos insertaron una declaración en paréntesis en Mateo 24:15-16—justo en medio de la profecía de Jesús. Note cuidadosamente: “Por tanto, cuando vean la abominación desoladora, la cual fue hablada por Daniel el profeta, de pie en el lugar santo (quien lea, entienda), entonces aquellos que estén en Judea huyan a las montañas” (también vea Marcos 13:14).

          Cuando Jesús estuvo realmente hablando estas palabras, Él no dijo “quien lea, entienda.” Juan fue inspirado a insertar esta declaración después, probablemente en el 98-99 d.C, cuando los apóstoles estaban finalizando el Nuevo Testamento. Esto fue hecho para alertar a los futuros lectores del hecho de que la “abominación desoladora” no había ocurrido cuando el Templo fue destruido en el 70 d.C—y era así para un tiempo futuro. La inserción también fue diseñada para mostrar que habría un nuevo templo en el tiempo final.

          Juan no entendió plenamente como o cuando estas profecías serían cumplidas. Pero él y todos los apóstoles sabían con absoluta fe que las profecías de Jesús y Pablo, así como la visión de Apocalipsis, eran seguras. En verdad, Jesús dijo, “El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras nunca pasarán. Pero concerniente a ese día, y a la hora, nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, sino solamente Mi Padre” (Mateo 24:35-36).

          Otro ataque terrorista mayor: Mientras terminaba esta carta, un terrorista islámico radical en Francia usó un camión grande para arrasar a través de una multitud en Nice, matando a 80 o más e hiriendo a más de 100, mientras estaban viendo los fuegos pirotécnicos en el Día de la Bastilla.

          La gente está perdida totalmente para explicar por qué están pasando estas cosas. No comprenden que son los descendientes modernos de las 10 tribus “perdidas” de Israel—y así sujetos al juicio de Dios por su rechazo de Sus leyes y enseñanzas. Deuteronomio 28 y Levítico 26 advierten del castigo de Dios sobre Israel—incluso llegando a nuestro tiempo. Estos y otros capítulos dicen las maldiciones que automáticamente llegan sobre nuestras naciones por rechazar a Dios—primariamente en la era del fin. ¡Es por eso que nuestras naciones están sufriendo tales tragedias! ¡Pero la gente aún no vuelve a Dios!

          En vez de eso, ostentan su pecado en la cara de Dios—como lo hizo el Israel antiguo. Hoy, tenemos los mismos pecados, la misma actitud de desafío en contra de Dios. El profeta Jeremías le advirtió a Israel en sus días, y sus palabras suenan ciertas hoy: “He aquí, ustedes confían en palabras mentirosas que no pueden beneficiar. ¿Robarán, asesinarán, y cometerán adulterio, y jurarán falsamente, y quemarán incienso a Baal, y caminarán tras otros dioses a quienes no conocen; y luego vendrán y se pararán delante de Mi en esta casa la cual es llamada por Mi nombre, y dirán, ‘Somos libres de hacer todas estas abominaciones’?” (Jeremías 7:8-10).

Está absolutamente claro que la única solución para los problemas abrumadores del mundo es el regreso de Jesucristo y el establecimiento del Reino de Dios, con los santos resucitados gobernando el mundo bajo Él.

La Verdad de Dios.org: Estamos trabajando en añadir el nombre La verdad de Dios a nuestro sitio web principal, idcb.org. Cuando hayamos terminado, será oficialmente laverdaddedios.org, patrocinada por la Iglesia de Dios Cristiana y Biblica. Nuestra dirección web actual idcb.org continuará siendo usable. El beneficio clave es que la gente buscando por “la verdad de Dios” sea capaz de ser guiada rápidamente a nuestro sitio web. Tomará varios meses terminar el cambio, pero será una gran mejora.

Una vez más, hermanos, estamos orando por ustedes diariamente. Estamos viviendo en tiempos difíciles y peligrosos, así que necesitamos estar cerca a Dios en oración y estudio. Nuestro mayor prioridad debe ser amar a Dios el Padre y a Jesucristo con todo nuestro corazón, mente, y fuerza. Gracias por sus diezmos y ofrendas. Pueda Dios continuar bendiciéndolos a ustedes y a los suyos en todo.

 

Con amor en Cristo Jesús,

 

Fred R. Coulter

FRC